sábado, 19 de marzo de 2016

Voltaire y la Ilustración El siglo XVIII: la razón y el hombre nuevo


El contexto ideológico

El contexto político, social y cultural que caracterizó al siglo XVIII representa un momento de nuestra cultura que ha moldeado decisivamente las pautas intelectuales, sociales y políticas del mundo en que vivimos. En efecto, significa asistir a una verdadera revolución ideológica donde a partir de una situación heredada y configurada por la historia europea de los siglos XVI y XVII se genera un extraordinario replanteo existencial que habrá de culminar, en lo político, con la instauración de la burguesía como clase dominante (Revolución Francesa de 1789), y en lo cultural, con la aparición de formas artísticas que revolucionan el concepto mismo del arte.
Naturalmente, es en el pasado más próximo donde habrán de buscarse los verdaderos antecedentes de este siglo. El siglo XVII habrá de colocar en escena el elemento que se constituirá en la savia y motor de su sucesor: la razón. De ahora en adelante, la racionalidad habrá de convertirse en el instrumento privilegiado para la captación de lo real e, incluso, en la estructura de lo real mismo. En esta concepción que aquí se inicia halla su justificativo la célebre sentencia hegeliana: “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. El máximo representante de este racionalismo del siglo XVII es, sin duda, René Descartes (1595-1650), quien en una de sus célebres Meditaciones metafísicas no vacila en responder a la pregunta por el ser del hombre en estos términos: “¿Qué soy yo, pues? Yo soy una cosa que piensa”. Y en afirmar, a partir de allí, a la racionalidad como el verdadero sentido de la existencia en su muy conocido cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”).
Colocada la razón como el ser del hombre y el verdadero instrumento de su hacer, queda abierto el camino para una radical renovación de las ciencias. Habrán de producirse, así, “las felices bodas del intelecto humano con la naturaleza de las cosas”. A este divorcio del mito y al consecuente florecer de la razón ha de corresponder la aparición de un nuevo hombre: el hombre ilustrado, y la ilustración consistirá “en el hecho por el cual el hombre ha alcanzado su mayoría de edad” (Kant, Filosofía de la historia). El hombre ilustrado es aquel que, asumiendo su carácter de hombre frente a la autoridad que lo aplastaba (Iglesia, señor feudal, tributos, etc.) y guiado por la fuerza de la razón, busca, más allá de los mitos y leyendas que le fueron impuestos y que se autoimpuso, el verdadero sentido de su realidad interior y de lo material que lo rodea.


Como características fundamentales de la ilustración se destacan:

1.      EXALTACIÓN DE LA RAZÓN: Se examina, observa y reflexiona sobre todo
2.      ANTICLARICALISMO: Crítica a jerarquías eclesiásticas y a la superstición. Se considera al DEÍSMO, religión natural que no implica actos de fe.
3.      DESARROLLO CIENTÍFICO: Gran confianza en la ciencia.
4.      FE EN EL PROGRESO: Unida a esta idea se encuentra el optimismo de LEIBNIZ que planteaba que este mundo es el mejor de los mundos posibles y que todo está bien.
5.      BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD: La felicidad individual debe estar en armonía con la felicidad colectiva.
6.      DOCTRINA DEL DERECHO NATURAL: Hay un derecho que pertenece a todos sin importar las diferencias de naciones, tiempos. 



LA ENCICLOPEDIA “diccionario razonado de las ciencias las artes y los oficios”  1745—1772 transmite conocimientos y busca cambiar la mentalidad de la época.

La enciclopedia reunió las ideas de los racionalistas.
Los filósofos muestran al pueblo el fracaso de la monarquía y la necesidad de una nueva forma de gobierno.
La literatura será el instrumento de lucha, de proclama  de derechos del hombre.


El contexto literario


La literatura de este siglo no habrá de ser extraña a todas las transformaciones señaladas con anterioridad. En efecto, un nuevo tipo de literatura y un nuevo tipo de lectores aparecen en escena. Basta citar, a modo de inventario, a Montesquieu (1689-1755), Rousseau (1712-1778), Voltaire (1694-1778), D’Alambert (17171783), Diderot (1713-1784), Swift (1667-1745), Defoe (16601731).
Además de las numerosas obras y autores, iniciadores de un nuevo movimiento intelectual que más tarde tendrá como exponentes máximos a Voltaire y Rousseau, deben citarse otros hechos dignos de mención. Por un lado, la aparición de diarios que comenzarán a tener difusión desde principios de siglo; de ellos sacará la naciente burguesía su educación literaria y social.
Con los periódicos, el estilo literario sufre un cambio notorio. Alejado de la solemnidad de los grandes libros, perderá en clasicismo y comenzará a hacerse más flexible, más pleno de ocurrencias y de técnicas virtuosistas. Surgirán, también, semanarios, que unidos a la lectura de los periódicos, comenzarán a crear las bases de una literatura que busca salvar las distancias entre el docto y el lector burgués más o menos culto. Todo esto convertirá a la lectura en una costumbre y en una necesidad de sectores cada vez más amplios de la población.
Por otra parte, perdurará la existencia de salones, tradición que habrá de mantener una vigencia ininterrumpida hasta la Revolución. Los más importantes serán los salones filosóficos.  

Ilustración y neoclasicismo 

 

De acuerdo a lo anterior, afirmamos que la Ilustración es un movimiento cultural europeo que abarca aproximadamente desde 1720 a 1770, más o menos desde la muerte de Luis XIV hasta la crisis que desembocará en la Revolución Francesa.


Las raíces de esta corriente hay que buscarlas en el Renacimiento, en el empirismo y en el racionalismo de los filósofos del XVII (Descartes, Hobbes, Leibniz, Locke, Spinoza, etc.). La situación política permite que, en Gran Bretaña, surjan algunos de los rasgos esenciales de esta tendencia, que se asienta definitivamente en Francia, desde donde se difunde al resto del continente y a América.


La Ilustración trae un fuerte espíritu crítico, se discute y analiza todo, el término crítica se pone de moda, se practica una crítica demoledora por medio del análisis o de la ridiculización, que afecta tanto a la política como a la sociedad. Los ilustrados exaltan la individualidad del ser humano, toman conciencia de su libertad. Se les ha acusado de estar más preocupados por la propaganda de la verdad y la destrucción del saber popular que por la verdad misma o la difusión del saber.


El pensamiento ilustrado se difunde a través de sociedades secretas, academias, tertulias de salón o de café y, en especial, a través de la prensa y de los libros. La Enciclopedia o diccionario razonado de ciencias, artes y oficios, por una sociedad de hombres de letras es la obra maestra de esta ideología, publicada en Francia bajo la protección de la marquesa de Pompadour. En ella colaboran hombres de la altura de D'Alambert, Diderot, Rousseau, Voltaire, etc. Entre 1751 y 1772 aparecen los veintiocho volúmenes, más cinco de suplementos y dos de cuadros analíticos; su venta se prohibió, pero la intervención de varios ministros de Luis XV y de la Pompadour permitió que se terminase de imprimir. En Francia, los ilustrados recibían el nombre de philosophes (también se les llamaba enciclopedistas), con el sentido de descreído, libertino. En España fue prohibida por la Inquisición.



En definitiva, la Ilustración representaba el deseo de los filósofos de la época por racionalizar todos los aspectos de la vida y del saber humanos. Vino a sustituir el papel de la religión (como organizadora de la existencia del hombre) por una ética laica que ordenará desde entonces las relaciones humanas y llevará a un concepto científico de la verdad.

El Neoclasicismo como expresión artística de la Ilustración

La tendencia artística que predomina se denomina neoclasicismo. Es el nombre que recibe el movimiento artístico propio de la Ilustración (artes plásticas y literatura). Surge como reacción frente a los excesos del Barroco en su última fase, y del Rococó.
La literatura ilustrada se caracteriza por el predominio de la narrativa, sobre todo, el ensayo, la aparición del teatro burgués, la decadencia de la lírica, el empleo de la sátira y de un lenguaje impersonal, objetivo y directo.
De la novela se pasó al ensayo como género divulgador de ideas por excelencia. La literatura neoclásica realizó una crítica de las costumbres, incidiendo en la importancia de la educación, el papel de la mujer y los placeres de la vida.
Cobró importancia la fábula, relatos o poesías normalmente ejemplificadas con animales, donde se exponen enseñanzas morales. La fábula se caracterizaba por ser una composición de carácter didáctico, por la crítica de vicios y costumbres personales o de la sociedad, y por la recurrencia a la prosopopeya o personificación. Es el subgénero que más se adaptó a las preceptivas neoclásicas

Características del arte neoclásico

       Mantiene como principio fundamental que para realizar su obra el artista debía tener siempre en cuenta unas normas muy concretas.
       Se considera a los escritores griegos y latinos como modelos a imitar. Es un retorno a los clásicos; eso es lo que significa el término neoclasicismo.
       Para imitar a los clásicos los artistas deben estudiar las reglas que se recogen en las preceptivas o códigos de normas estéticas.
       Se da preferencia a la razón frente a los sentimientos y la imaginación, que quedan desterrados de la obra de arte.
       Como consecuencia, ya no se escribirá para entretener, sino para educar. La literatura neoclásica tiene un marcado carácter crítico, didáctico y moralizador.
       Las obras deben respetar el principio estético del buen gusto, que siempre es equilibrio y serenidad.
       Las obras deben ser creíbles, verosímiles. Para ello hay que imitar a la Naturaleza en su forma de crear las cosas.
       Cumplimiento de la regla de las tres unidades en el teatro: acción, tiempo y lugar.
       Separación de lo cómico y lo trágico.
       Separación de la prosa y el verso.
       Desarrollo de las obras didácticas: ensayos, tratados, informes. Son obras más adecuadas que los géneros literarios tradicionales para la crítica y la transmisión de conocimientos útiles.
       Los géneros literarios tradicionales se adaptan a la nueva finalidad educativa: fábulas en verso para enseñar, corrigiendo vicios y errores, odas para exaltar los ideales ilustrados; sátiras para burlarse de las viejas costumbres, y comedias con finalidad moralizante.
       En el estilo se busca la claridad y la sobriedad ya que es lo más apropiado para hacerse entender. Importa más la precisión que la belleza.



Tomado y modificado de:




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