El contexto ideológico
El contexto político, social y
cultural que caracterizó al siglo XVIII
representa un momento de nuestra cultura que ha moldeado decisivamente las
pautas intelectuales, sociales y políticas del mundo en que vivimos. En efecto,
significa asistir a una verdadera revolución ideológica donde a partir de una
situación heredada y configurada por la historia europea de los siglos XVI y
XVII se genera un extraordinario replanteo existencial que habrá de culminar,
en lo político, con la instauración de la burguesía como clase dominante
(Revolución Francesa de 1789), y en lo cultural, con la aparición de formas
artísticas que revolucionan el concepto mismo del arte.
Naturalmente, es en
el pasado más próximo donde habrán de buscarse los verdaderos antecedentes de
este siglo. El siglo XVII habrá de colocar en escena el elemento que se constituirá
en la savia y motor de su sucesor: la
razón. De ahora en adelante, la racionalidad habrá de convertirse en el
instrumento privilegiado para la captación de lo real e, incluso, en la
estructura de lo real mismo. En esta concepción que aquí se inicia halla su
justificativo la célebre sentencia hegeliana: “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. El máximo
representante de este racionalismo del siglo XVII es, sin duda, René Descartes (1595-1650), quien en
una de sus célebres Meditaciones metafísicas
no vacila en responder a la pregunta por el ser del hombre en estos
términos: “¿Qué soy yo, pues? Yo soy una
cosa que piensa”. Y en afirmar, a partir de allí, a la racionalidad como el
verdadero sentido de la existencia en su muy conocido cogito, ergo sum (“pienso, luego existo”).
Colocada la razón como el ser del hombre y el verdadero
instrumento de su hacer, queda abierto el camino para una radical renovación de
las ciencias. Habrán de producirse, así, “las
felices bodas del intelecto humano con la naturaleza de las cosas”. A este
divorcio del mito y al consecuente florecer de la razón ha de corresponder la
aparición de un nuevo hombre: el hombre
ilustrado, y la ilustración consistirá “en el hecho por el cual el hombre
ha alcanzado su mayoría de edad” (Kant, Filosofía
de la historia). El hombre ilustrado es aquel que, asumiendo
su carácter de hombre frente a la autoridad que lo aplastaba (Iglesia, señor
feudal, tributos, etc.) y guiado por la fuerza de la razón, busca, más allá de
los mitos y leyendas que le fueron impuestos y que se autoimpuso, el verdadero
sentido de su realidad interior y de lo material que lo rodea.
Como características
fundamentales de la ilustración se destacan:
1. EXALTACIÓN
DE LA RAZÓN: Se examina, observa y reflexiona sobre todo
2. ANTICLARICALISMO:
Crítica a jerarquías eclesiásticas y a la superstición. Se considera al DEÍSMO,
religión natural que no implica actos de fe.
3. DESARROLLO
CIENTÍFICO: Gran confianza en la ciencia.
4. FE
EN EL PROGRESO: Unida a esta idea se encuentra el optimismo de LEIBNIZ que
planteaba que este mundo es el mejor de los mundos posibles y que todo está
bien.
5. BÚSQUEDA
DE LA FELICIDAD: La felicidad individual debe estar en armonía con la felicidad
colectiva.
6. DOCTRINA
DEL DERECHO NATURAL: Hay un derecho que pertenece a todos sin importar las
diferencias de naciones, tiempos.
LA ENCICLOPEDIA “diccionario razonado de las ciencias las artes y los
oficios” 1745—1772 transmite conocimientos
y busca cambiar la mentalidad de la época.
La enciclopedia reunió las ideas de los racionalistas.
Los filósofos muestran al pueblo el fracaso de la monarquía y la
necesidad de una nueva forma de gobierno.
La literatura será el instrumento de lucha, de proclama de derechos del hombre.
El contexto literario
La literatura de
este siglo no habrá de ser extraña a todas las transformaciones señaladas con
anterioridad. En efecto, un nuevo tipo
de literatura y un nuevo tipo de
lectores aparecen en escena. Basta citar, a modo de inventario, a
Montesquieu (1689-1755), Rousseau (1712-1778), Voltaire (1694-1778), D’Alambert
(17171783), Diderot (1713-1784), Swift (1667-1745), Defoe (16601731).
Además
de las numerosas obras y autores, iniciadores de un nuevo movimiento
intelectual que más tarde tendrá como exponentes máximos a Voltaire y Rousseau,
deben citarse otros hechos dignos de mención. Por un lado, la aparición de diarios que comenzarán a
tener difusión desde principios de siglo; de ellos sacará la naciente burguesía
su educación literaria y social.
Con los
periódicos, el estilo literario sufre un cambio notorio. Alejado de la
solemnidad de los grandes libros, perderá en clasicismo y comenzará a hacerse
más flexible, más pleno de ocurrencias y de técnicas virtuosistas. Surgirán,
también, semanarios, que unidos a la
lectura de los periódicos, comenzarán a crear las bases de una literatura que
busca salvar las distancias entre el docto y el lector burgués más o menos
culto. Todo esto convertirá a la lectura en una costumbre y en una necesidad de
sectores cada vez más amplios de la población.
Por otra parte,
perdurará la existencia de salones,
tradición que habrá de mantener una vigencia ininterrumpida hasta la
Revolución. Los más importantes serán los salones
filosóficos.
Ilustración y neoclasicismo
De acuerdo a lo anterior, afirmamos que
la Ilustración es un movimiento
cultural europeo que abarca
aproximadamente desde 1720 a 1770, más o menos desde la muerte de Luis XIV hasta la crisis que desembocará en la
Revolución Francesa.
Las raíces de esta corriente hay que buscarlas en el Renacimiento, en
el empirismo y en el racionalismo de los filósofos del XVII (Descartes, Hobbes, Leibniz, Locke,
Spinoza, etc.). La situación política permite que, en Gran Bretaña, surjan
algunos de los rasgos esenciales de esta tendencia, que se asienta
definitivamente en Francia, desde donde se difunde al resto del continente y a
América.
La Ilustración trae un fuerte
espíritu crítico, se discute y analiza todo, el término crítica
se pone de moda, se practica una crítica demoledora por medio del análisis
o de la ridiculización, que afecta tanto a la política como a la sociedad. Los ilustrados exaltan la individualidad del ser
humano, toman conciencia de su libertad. Se les ha acusado de estar
más preocupados por la propaganda de la verdad y la destrucción del saber
popular que por la verdad misma o la difusión del saber.
El pensamiento ilustrado se difunde a
través de sociedades secretas, academias, tertulias de salón o de café y, en especial, a través de la prensa y de los libros. La Enciclopedia o diccionario razonado de
ciencias, artes y oficios, por una sociedad de hombres de letras es la
obra maestra de esta ideología, publicada en Francia bajo la protección de la
marquesa de Pompadour. En ella colaboran hombres de la altura de D'Alambert,
Diderot, Rousseau, Voltaire, etc.
Entre 1751 y 1772 aparecen los veintiocho volúmenes, más cinco de suplementos y
dos de cuadros analíticos; su venta se prohibió, pero la intervención de varios
ministros de Luis XV y de la Pompadour permitió que se terminase de imprimir.
En Francia, los ilustrados recibían el nombre de philosophes (también se
les llamaba enciclopedistas), con el sentido de descreído, libertino. En
España fue prohibida por la Inquisición.
En definitiva, la Ilustración representaba el deseo de
los filósofos de la época por racionalizar todos los aspectos de la vida y del
saber humanos. Vino a sustituir el papel de la religión (como organizadora de la
existencia del hombre) por una ética laica que ordenará desde entonces las
relaciones humanas y llevará a un concepto científico de la verdad.
El Neoclasicismo como expresión artística de la Ilustración
La tendencia artística que predomina se
denomina neoclasicismo. Es el nombre que recibe el movimiento artístico propio de la Ilustración (artes plásticas y
literatura). Surge como reacción frente
a los excesos del Barroco en su última fase, y del Rococó.
La literatura
ilustrada se caracteriza por el predominio
de la narrativa, sobre todo, el ensayo, la aparición del teatro burgués, la decadencia de la lírica, el empleo de la sátira y de un lenguaje impersonal, objetivo y directo.
De la novela
se pasó al ensayo como género divulgador de ideas por excelencia. La literatura
neoclásica realizó una crítica de las costumbres, incidiendo en la importancia
de la educación, el papel de la mujer y los placeres de la vida.
Cobró importancia la fábula, relatos o
poesías normalmente ejemplificadas con animales, donde se exponen enseñanzas
morales. La fábula se caracterizaba por ser una composición de carácter
didáctico, por la crítica de vicios y costumbres personales o de la sociedad, y
por la recurrencia a la prosopopeya o personificación. Es el subgénero que más
se adaptó a las preceptivas neoclásicas
Características del arte neoclásico
• Mantiene como principio fundamental
que para realizar su obra el artista
debía tener siempre en cuenta unas normas muy concretas.
• Se considera a los escritores griegos y latinos como modelos a imitar. Es un retorno a los clásicos; eso es
lo que significa el término neoclasicismo.
• Para imitar a los clásicos los
artistas deben estudiar las reglas que se recogen en las preceptivas o códigos
de normas estéticas.
• Se da preferencia a la razón frente a los sentimientos y la imaginación,
que quedan desterrados de la obra de arte.
• Como consecuencia, ya no se escribirá para entretener, sino
para educar. La literatura neoclásica tiene un marcado carácter crítico, didáctico
y moralizador.
• Las obras deben respetar el principio estético del buen gusto, que siempre es equilibrio
y serenidad.
• Las obras deben ser creíbles, verosímiles. Para ello hay que imitar a la
Naturaleza en su forma de crear las cosas.
• Cumplimiento de la regla de las tres unidades en el teatro: acción, tiempo y
lugar.
• Separación de lo cómico y lo trágico.
• Separación de la prosa y el verso.
• Desarrollo de las obras didácticas: ensayos, tratados, informes. Son obras más adecuadas que
los géneros literarios tradicionales para la crítica y la transmisión de
conocimientos útiles.
• Los géneros literarios tradicionales se adaptan a la nueva finalidad
educativa: fábulas
en verso para enseñar, corrigiendo vicios y errores, odas para exaltar los
ideales ilustrados; sátiras para burlarse de las viejas costumbres, y comedias
con finalidad moralizante.
• En el estilo se busca la claridad y la sobriedad ya que es lo más apropiado para
hacerse entender. Importa más la precisión
que la belleza.
Tomado y modificado de: